Os dejo con la 2ª parte. Mañana a estas horas colgaré el desenlace.
PARTE 2
(…) Y allí estaba yo, tormento de un Dios y castigo de una humanidad. Por mi vacía mente recorría un sentimiento abstracto de sufrimiento, de angustia, de dolor… No quería sufrir, no quería morir envuelto en una fina capa de seda llamada “dolor”. Pero ¿qué es el dolor en sí?, ¿una sensación molesta?, ¿aflictiva acaso?... busco en el diccionario de mi cuerpo y encuentro mi propio significado: recuerdos, amoríos y desamores, una palabra mal dicha… todo se mezcla para darme un único sentido: dolor.
“Toma mi mano y sígueme, te mostraré lo que tus ojos no ven” –dice una sensual voz femenina. Esta vez no me engaño, esta vez no es la repartidora del Circulo de Lectores quien llama a mi cuerpo con suaves golpes de una falsa esperanza. Es La Muerte quien viene en mí busca. Lo sé, porque esa dulce voz de mujer, esa luz al final del pasillo, esa silueta angelical que me señala con un dedo acusador no puede ser otra cosa si no La Muerte.
¡Oh! ¡Bella y cruel muerte, cuanto tiempo he estado esperándote!. Solo dime una cosa ¿sufriré?, ¿sentiré dolor?. “Veras tu linda cara frente al espejo demacrada y el dolor será tu amor” – me responde con arrogancia. Si es eso lo que quieres, yo quitaré de tu trono a ese miserable ser que llama Dios, pues ciego esta el que mira atrás y no sabe reconocer su error, ¡¡¡su gran error!!!.
En de repente, el sol se apagó. El mar rugía con furia, como si el mismo Poseidón compartiera mi dolor y Eolo acariciaba mi rostro despertando ese vivo corazón que vive en mí, y que no sentía latir desde hace tiempo… Una tormenta nacía sobre mi cabeza, ¿acaso los jinetes del Apocalipsis venían en mi busca, por decir tal blasfemia? Y como un rayo caído del cielo, una grave y terca voz me habló:
“Yo, Dios Todopoderoso, alpha y omega, padre del ser humano, artista del cielo y la tierra, y creador de todo cuanto te rodea. Yo, he sido quien ha enviado la muerte en tu busca…¡tan solo quiero verte sufrir!., me has ofendido, y pagaras tu cometido con el eterno descanso” –dijo con insolencia. Yo… sumido en la más profunda melancolía… dije: “¿Dónde esta toda aquella humildad que predicabas?, ¿dónde está el final si el hombre no hace más? ¡Tus paredes son solo de aire!...”… Silencio… nadie responde…
Apuro mis últimos segundos, mares de amargo desorden recorren ya mi alma, visiones de un tiempo mejor… ya siento el beso del aire en mis mejillas… me arrojo al vacío, la cuerda se tensa, un leve latido… es mi aliento. Muero… muero… muero porque no siento tu aliento, muero porque no te tengo cerca, muero porque ya no estas junto a mí… por ti muero. Allí donde estés, yo te buscaré… A morir… a explotar, quiero ser libre al fin… los buenos tiempos volverán… a morir!!
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